Táctica de guerra no convencional
El imperialismo
tiene trazado con mucha antelación a la presente hora venezolana toda una táctica
de guerra no convencional que combina diversas formas de lucha y está orientada
a socavar la estabilidad del país, su funcionamiento económico y su
tranquilidad espiritual; todo ello destinado a derrocar al gobierno de Nicolás
Maduro y a truncar la Revolución Bolivariana; táctica en la que la oposición
venezolana tiene pautado un guión que es el que ha venido ejecutando con estricta y perruna fidelidad. Siendo en este
marco en el que hay que analizar y asumir los avatares en que se encuentra
sumido el gobierno y pueblo venezolano.
Sólo basta con tener
presente los planes injerencistas dados a conocer públicamente, como es el
caso del documento TC 1801 del Estado Mayor del Ejército de EEUU, publicado en noviembre de 2010, que es un recetario del gobierno
estadounidense en el que, atendiendo a los parámetros de la guerra no
convencional, se definen las etapas y los medios para derrocar la revolución
bolivariana y los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe; siendo,
en el caso venezolano, la oposición mudista la plataforma destinada para
instrumentar en el ámbito político esta artera guerra no convencional, que,
como es harto conocido, apela, para su orquestación, a la guerra económica,
financiera, mediática, psicológica, terrorista, criminal, etc., tal cual como
se ha venido materializando en el país.
Y más, recientemente se conoció el Informe
del Comando Sur estadounidense, de febrero de 2016, en el que su actual
jefe, el almirante Kurt Tidd, anuncia el desarrollo de la Operación Venezuela
Freedom-2 y en el que con el mayor descaro se estampa: "Es indispensable
destacar que la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución
parcial (sobre todo en esta fase-2) de la Operación Venezuela Freedom-2
en los actuales momentos descansa en nuestro comando, pero el impulso de los
conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas
aliadas de la MUD involucradas en el Plan (… impulsando como cobertura
el referéndum o la enmienda que se apoya en el texto constitucional y que
sirve para censar, movilizar y organizar una masa crítica para la
confrontación...) por eso nosotros no
asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos
los diversos recursos y medios (…Almagro, en la OEA, debe proceder según lo
convenido con él) para que la oposición pueda llevar adelante las políticas
para salir de Maduro”.
Más claro, imposible, un país, EEUU, nos planifica una guerra no
convencional, no declarada, y asume que la dirección de la misma la ha de
mantener su Comando Sur y que a la gente de la MUD se le traza el papel
instrumental de operador político en contra del país, de su pueblo, de su
historia, de sus símbolos. Qué duda cabe, se trata de la existencia de una
oposición desnacionalizada, traidora, que responde más a intereses y modos de
vida extranjeros que a la autoctonía y esencialidad nacional. Pitiyanquis los
definió, en su oportunidad, Mario Briceño Iragorry. Traidores a la Patria, no
vacilaría en calificarlos el Libertador Simón Bolívar.
Disputa por la hegemonía
Frente a este
panorama, por demás, sombrío, a las fuerzas patrióticas les corresponde,
asumir, en primer lugar, una cabal comprensión de la magnitud de la gravedad de
la situación planteada, (la posibilidad de que el fascismo se haga con el poder
del país y haga tabla rasa con los avances democráticos y sociales que nuestro
pueblo ha conquistado en estos años de Revolución Bolivariana) y, en este
sentido, impulsar la concienciación del pueblo como sujeto político para que
sea capaz de enfrentar y superar las contingencias que están por
sobrevenir.
En segundo término,
entender que hay que imprimirle mayor eficacia revolucionaria a la acción
gubernamental, demostrando de que se es capaz de solventar las vicisitudes
presentes y darle respuestas efectivas a los padecimientos del pueblo que se
percibe desamparado (frente a la escasez, las colas y el bachaqueo), fortalecer
los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAPs) y acentuar la labor
contralora ante la agresión contumaz del empresariado voraz y ante la labor
socavadora de los funcionarios corruptos y desaprensivos que, dejándose ganar
por los antivalores capitalistas, han perdido la perspectiva del papel que les
corresponde en la gestión pública.
Y en tercer lugar,
desarrollar las acciones políticas pertinentes en aras de reconstituir el
bloque histórico de fuerzas sociales insurgentes que le permitió al Comandante
Chávez emerger de las entrañas del pueblo para consensuar la hegemonía que hizo
posible los cambios sustantivos y revolucionarios alcanzados por la sociedad
venezolana en estos años de Revolución Bolivariana.
Bloque histórico
social con el que se logró ir construyendo un nuevo sentido común, una nueva
subjetividad, una nueva hegemonía en la sociedad, fundada en los valores
bolivarianos, chavistas y socialistas, hoy, nuevamente, en disputa por el
afloramiento del mensaje regresivo de la derecha apátrida, cuartarepublicana y
capitalista decadente.
Mediática imperial
En esta táctica de
guerra no convencional, al no tener aún un carácter abiertamente beligerante,
el ámbito comunicacional ocupa un rol preponderante, pues, como es harto
conocido, esta guerra se libra, básicamente, en la mente de las personas,
apuntando a socavar la identidad nacional de los pueblos, sus valores patrios,
a debilitar la credibilidad ciudadana en sus gobiernos como garantes de la
seguridad y del bienestar colectivo, a insuflarle miedo y progresiva angustia a
las masas, procurando la afectación de la psiquis social, en fin, a disminuir
la confianza en el proyecto-país, agotando la resistencia popular, y
presentando como salida necesaria el señuelo del retorno a la “democracia en
libertad” que no es más que la reinstauración de la tiranía del capital y la
sumisión del país a intereses extranjeros.
Como es claramente ostensible, el imperialismo cuenta con
todo un poderoso aparato mediático tanto a nivel local como internacional, en
el que se conjugan desde los más diversos y sofisticados elementos de la
industria cultural, del entretenimiento y el espectáculo, las agencias de
noticias internacionales, los grandes multimedios, las redes sociales, las
empresas privadas mediáticas locales que, evidentemente, disponen de una
sofisticada y avanzada infraestructura y logística tecnológica, pero también de
los otros aparatos ideológicos tradicionales como es el escolar, cimentado en
los colegios católicos y las universidades privadas y en el no menos efectivo
aparato religioso que tiene en la jerarquía eclesiástica una amplia cantera de
cuadros difusores de la ideología del viejo orden de dominación; la idea que
los mueve es moldear la memoria colectiva de nuestra sociedad, bien a través de
los aparatos ideologizantes tradicionales o bien a través de los modernos
medios masivos de comunicación.
En esta relación del dispositivo comunicacional imperial y
lacayo local no debe soslayarse, además, toda la amplia gama de mecanismos
publicitarios (vallas, afiches, pendones, volantes, panfletos, etc.)
comerciales y culturales que en infinitas expresiones contribuyen a reproducir
constantemente la ideología y valores imperiales y burgueses; el capitalismo se
cuela por todos los intersticios de la sociedad reproduciendo sus valores, para
ello cuenta con dos instrumentos sumamente poderosos y omniabarcantes: el
dinero y la mercancía, que son dos valores que están íntimamente sembrados en
la estructura social. Y la noticia convertida en mercancía se ha constituido,
precisamente, en una fuente generadora creciente de dinero.
En todo caso la intencionalidad imperial en materia
comunicacional está orientada a imponer un pensamiento único, hegemónico, no
contradictorio, en base a una comunicación unidireccional y unilateral que no
se plantea compartir conocimiento ni mucho menos fomentar un pensamiento
crítico sino la confusión de las conciencias y la ocultación de la realidad, en
otras palabras, la recreación de una realidad virtual y la manipulación sutil
y sistemática de una opinión pública
favorable a sus intereses; la idea es atacar la mente de la ciudadanía para
sensibilizarla hacia sus planes de control y dominio.
Modelo comunicacional
bolivariano
Por ello, la lucha por contrarrestar la acción imperial y
lacayuna en el plano comunicacional, desde la perspectiva de la comunicación
popular alternativa impresa debe partir de una visión lo más integral posible
del hecho comunicacional, concebido este no sólo en su expresión mediática sino
en su acepción más amplia como relación social, como manifestación de
interacción humana.
Los tanques de pensamiento imperiales, los llamados thinks
tanks, hacen uso de todos las herramientas que tienen a su disposición con tal
de materializar sus políticas y estrategias, esto lo han aprendido ellos, en
parte, de las experiencias de las derrotas que le han sido propinadas por los
pueblos en sus luchas antiimperialistas, especialmente, la del heroico pueblo
vietnamita que recién acaba de celebrar el cuarentiuno aniversario del triunfo obtenido en su lucha por la
liberación nacional y contra el imperialismo estadounidense.
Allí en Vietnam, se desarrolló la lucha de todo el pueblo, la
guerra de todo el pueblo contra el
imperialismo, es decir, el genio de Ho Chi Min entendió, en primer lugar, la
necesidad de conformar una amplia alianza social que permitiera unir a todo aquel
patriota vietnamita ganado para enfrentar
al invasor y, en segundo lugar, hacer uso de todas las armas y formas de lucha
y de organización, desde las más artesanales y primarias hasta las más
sofisticadas y avanzadas de la época, con tal de que fuesen útiles para
combatir al enemigo. Así venció el hermano pueblo vietnamita pero de allí
también aprendió el derrotado pero taimado imperio estadounidense.
A nuestro pueblo le corresponde prepararse y utilizar todas
las formas de lucha y de organización y aplicando ese principio al terreno
comunicacional asumir que debe apelar a todos los mecanismos, dispositivos,
instrumentos, herramientas, técnicas habidas y por haber para darle la pelea,
en este caso mediática y comunicacional, a quienes pretenden torcernos la
determinación que hemos tomado de ser libres y soberanos; ni más ni menos
asumir el principio estratégico de la guerra popular comunicacional como
condicionante para abatir a tan poderoso enemigo.
Por ello no se debe subestimar ni marginar ninguna vertiente
comunicacional, aún cuando algunas tengan mayor relevancia o significación que
otras en un momento determinado. En
nuestro concepto, allí está la médula del modelo comunicacional bolivariano,
que evidentemente el Comandante Chávez entendió y practicó desde el inicio de
su práctica revolucionaria y más aún cuando ya desde el gobierno adosó el
concepto de pueblo comunicador.
Chávez, comunicador por excelencia, fenómeno comunicacional
del Siglo XXI, apeló a todos los medios que tenía a su alcance para comunicarse
con su pueblo, sin desestimar ninguno; así como
hacía uso o estimulaba el uso de un megáfono, de un volante, de un
mural, de un conversatorio en una esquina, de una emisora o periódico local,
comunitario, alternativo o de su programa Aló Presidente así mismo estimulaba
el acceso a las redes sociales y propiciaba la creación de TELESUR y de la
Radio del Sur; sabiendo aprovechar cualquier medio para relacionarse y
comunicarse con la sociedad. Siempre entendiendo que lo importante era mantener
una relación permanentemente interactiva, formativa, educativa entre y con el
pueblo.
Estamos conscientes que cada proceso revolucionario genera su
propio modelo comunicacional según sea las condiciones específicas en que se da
y el tiempo histórico y el nivel tecnológico en que se desenvuelve, es así
como, por ejemplo, el proceso revolucionario independentista venezolano
descansó su modelo comunicacional en la imprenta (Correo de El Orinoco y las
octavillas) y en la relación boca-oreja (hoy se hablaría de la popular
radio-bemba); y el aleccionador proceso ruso tuvo en el periódico impreso, un
centro generatriz primordial para la organización y la acción revolucionaria,
el desarrollo tecnológico de aquel entonces hacía impensable el uso de
cualquier otro medio, pero, en ese sentido, la genialidad y el aporte de Lenin,
como conductor de ese proceso de transformación revolucionaria, fue precisar,
determinar, el papel relevante que el medio de comunicación como ente
organizador, agitador y propagador estaba llamado a cumplir en aquel escenario
de clandestinidad y de represión extremas. La experiencia venezolana en ese
sentido es muy rica, sólo basta recordar la lucha contra la dictadura de Pérez
Jiménez con la prensa clandestina de la resistencia y los panfletos contra la
dictadura de la Junta Patriótica que debilitaron el régimen y llevaron a decir
al dictador: “Papel de imprenta no tumba gobiernos”, pero él cayó gracias, en
buena medida, a esos periódicos y volantes.
Una vertiente
comunicacional en proceso de extinción
En nuestras específicas particularidades, en la que se
adelanta el proceso de cambio, teniendo el control del gobierno y de buena
parte del Estado y con una correlación de fuerzas favorables debemos saber
hacer el mejor uso de tales condiciones, desarrollando una acción
comunicacional efectiva y eficaz, haciendo acopio racional e inteligente de
todos los recursos y potencialidades disponibles para interactuar con el pueblo
y para contrarrestar la labor del fuerte adversario y generar la conciencia
crítica en el seno de la sociedad que haga irretornable el viejo orden de
dominación; sin dejar de prepararnos, desde una perspectiva estratégica, ante
un eventual cambio de condiciones y de escenario que obliguen a desarrollar la
lucha de otra manera; las revoluciones contemporáneas, cada vez más, se
planifican no se improvisan (la experiencia del 11 y 12 de abril de 2002
debería servirnos de alerta y prevención).
Creemos así lo entendió, lo predicó y lo practicó Chávez,
pero no así lo entienden, ni lo predican ni practican muchos de los compatriotas
a quienes les ha correspondido la importante responsabilidad de adelantar las
políticas públicas y partidistas relacionadas con el ámbito comunicacional.
La mejor demostración de esta aseveración la representa la
situación en que se encuentran los medios alternativos y comunitarios,
especialmente, los impresos que, a pesar del comprobado compromiso militante
con la Revolución Bolivariana de los comunicadores y las comunicadoras
populares que los impulsan, se encuentran expuestos a una virtual desaparición
ante la incomprensión e indolencia del funcionariado estatal.
Nos resulta ocioso abundar en las demostraciones de ese
compromiso militante de los y las comunicadores y comunicadoras populares con
la Revolución Bolivariana, solo apuntamos que desde antes del insurgimiento del
movimiento bolivariano liderado por el comandante Chávez muchos de los (as)
activadores (as) de los medios alternativos y comunitarios ya tenían una
posición de compatriotas resteados con los anhelos de cambio del pueblo
venezolano que, por supuesto, se vino a potenciar con la aparición del
movimiento chavista y su asunción posterior al gobierno de la nación, lo
cual significó un despertar del pueblo
venezolano de ese adormecimiento al que estuvo sometido por varias décadas por
la labor desplegada por el imperialismo y sus lacayos locales temerosos, como
estaban, de que renaciera el espíritu protestario que ya se había
manifestado en algunos momentos
puntuales de la luchas sociales durante el período cuartorepublicano.
El ascenso al gobierno nacional del movimiento bolivariano
fue el detonante para que aflorara el ímpetu participativo y protagónico del
pueblo del que estaba impregnada la impronta chavista y junto con ello su deseo
de expresarse por tanto tiempo contenido e invisibilizado. Desde los primeros
años de la Revolución Bolivariana ya en funciones de gobierno, esta estuvo
amenazada por el propósito imperial de derrocarla y ante la situación de
debilidad aparente en que se encontraba, especialmente en el área
comunicacional, comenzaron a surgir numerosos medios alternativos y
comunitarios tanto en la ciudad capital como en el interior del país dando
lugar a ese vigoroso y extraordinario fenómeno de la comunicación popular sin
parangón en el mundo que fue otra característica innovativa de la Revolución
Bolivariana.
Este fenómeno de la comunicación popular en nuestro país
surgió sin ningún tipo de afán de lucro ni interés pecuniario de la mayoría de
compatriotas que lo impulsaron, fue expresión, por el contrario, de la más
excelsa disposición de contribuir con la defensa de las aspiraciones redentoras
del pueblo y de la afirmación de los valores de soberanía y de independencia
nacional que encarnaba la gesta liderada por el Comandante Chávez, quien, por
cierto consciente del aporte y de la significación de la comunicación popular
en la lucha de nuestro pueblo, siempre abogó y trazó medidas para apoyar y
estimular su fortalecimiento y desarrollo.
Pero como ya hemos señalado una cosa proponía el Comandante y
otra cosa disponían los encargados de ejecutarla, tendencia anómala que se
reforzó con la lamentable dispersión que se hizo presente en el seno del
incipiente movimiento social de la comunicación popular, error este que se
impone ser superado como en efecto está siendo, en el caso de la comunicación
impresa, con la conformación de la Unión Nacional de Medios Alternativos y
Comunitarios Impresos (UNAMACI) para poder enfrentar la situación de debilidad
en que nos encontramos.
En otros documentos hemos expuesto los avatares a los que nos
hemos enfrentado los comunicadores populares del país, especialmente los de la
vertiente impresa que hemos tenido que padecer desde los arrestos burocráticos
e indolencias de distintos funcionarios, hasta las desviaciones academicistas y
positivistas en la formación profesional de otros tantos, pero sobre todo,
hemos estado expuestos a la incomprensión y falta de formación de la mayoría de
ellos, para asumir, con las excepciones naturales del caso, el principio
fundamental de la guerra popular comunicacional, de la necesidad paradigmática
de incorporar y activar toda la potencialidad comunicacional del pueblo
venezolano a la lucha y confrontación fundamental en contra del imperialismo y
sus lacayos locales en su deleznable pretensión de truncar la Revolución
Bolivariana y acabar con la voluntad de afirmación de la soberanía nacional y
de integración nuestroamericana del pueblo de Bolívar. Si entendieran este
principio darían muestras concretas de apoyo y solidaridad con la comunicación
popular.
Se pretende negar o minimizar el papel que desde aquel
glorioso 13 de abril de 2002 jugó y juega la comunicación alternativa y
comunitaria, cómo desde nuestros medios hemos enfrentados todos estos años la
guerra mediática y a los lacayos medios de comunicación nacionales y regionales
en manos de la oligarquía. La derecha nos teme porque ha sentido y siente los
golpes que les asestamos, pero, desde el gobierno, funcionarios plantean
ahogarnos, ignorarnos, exhortándonos a los impresos a que migremos a internet.
No entienden que al debilitar el músculo de los medios alternativos se está
debilitando a la Revolución.
Los medios impresos han sido condenados prácticamente a su
extinción por los altos costos de impresión, las dificultades para acceder a
los insumos requeridos para la producción de los periódicos, la imposibilidad,
a la fecha, de utilizar la infraestructura del Estado para imprimir y,
especialmente, por la negación a otorgar pautas publicitarias o a establecer
otros instrumentos financieros que hagan posible la producción de los productos
editoriales. Mientras tanto la burguesía no escatima esfuerzos y recursos para
fortalecer su presencia en la mediática impresa, no hay ciudad y pueblo de
significación demográfica en los que no dispongan de dos, tres, cuatro y hasta
más medios impresos sin contar con las publicaciones sectoriales como las de
carácter religioso que pululan por todo el país. Por ello, el Estado y gobierno
revolucionario deben atender con prontitud esta situación extrema en que se
encuentra la comunicación popular alternativa impresa venezolana.
La experiencia reciente, contemporánea de otros pueblos que
han sido azotados por la acción infernal del imperialismo (Irak, Libia, etc.)
indica que, este, en las primeras de cambio, procede a destruir la plataforma
comunicacional que le es adversa, en especial, las de naturaleza
radioeléctrica, con la expresa finalidad de desarticular la capacidad
comunicacional de los pueblos,de minar su disposición a la resistencia. La
intención es incomunicar a la sociedad en cuestión para hacerla pasto fácil de
su arremetida y propósitos invasores. Ya lo hemos dicho, cada vez, las
revoluciones se improvisan menos, por ello, UNAMACI, hace este llamado de
atención y de reflexión a fin de que se
tomen las decisiones y medidas estratégicas pertinentes.
¡Viva la
comunicación popular alternativa y comunitaria!
¡No a la
extinción de la comunicación popular alternativa y comunitaria impresa!
¡A defender
la Revolución Bolivariana con la activación del pueblo comunicador!
¡A derrotar
la agresión imperialista y a la derecha nacional e internacional!
¡Unidad,
Lucha, Batalla y Victoria!
Caracas, 27 junio 2016