*Miguel Ugas / UNAMACI
El emblemático representante de la vieja política cuartarrepublicana,
Henry Ramos Allup, en su provocador discurso de apertura como presidente de la Asamblea Nacional, el pasado 5 de enero, tronó cual Taranus, dios del trueno en la mitología celta, que le daba seis meses a Nicolás Maduro para su salida de la Presidencia de la República.
Por su parte, el no menos provocador dirigente del neofascismo criollo, Freddy Guevara, el pasado 11 de marzo, en la Plaza Brión, Chacaíto, anunció que, a partir del día siguiente, comenzaba a correr los treinta días que le quedaba al Presidente Maduro en Miraflores, es decir, preconizaba que el 11 de abrilseiba a materializar, por fin, elsueño que, obsesivamente, los ha venido atormentado durante estos lustros.
Acoplada encerrona
Contra lo que, aparentemente, se
pudiera considerar como una contradicción entre estos dos conspicuos
representantes de la paraoposición, más bien lo que trasluce esta disparidad de
criterios, es una angustiosa desesperación que se les acrecienta, en el tiempo,
al observar que pasan los días y las premisas en las que sustentan sus aspiraciones
no terminan de concretarse.
Por ello, en la encerrona que
sostuvieron en días pasados, con la finalidad de acordar la hoja de ruta con la
que se iban a guiar para intentar cambiar al gobierno, los jefazos de las
corrientes que conforman la mentada MUD, optaron por acoplarse, más bien, en un
haz de rutas, para poder satisfacer los distintos enfoques que esgrimen en
función del derrocamiento del gobierno bolivariano; denotando así que si bien
están identificados en el propósito de acabar con el gobierno están
diferenciados en el cómo lograrlo, que no es poca cosa, pues, esas diferencias
traducen los distintos intereses que están en juego.
Desestabilización regional
Sin el mayor asomo de vergüenza
presentaron su combo golpista, para todos los gustos, que comprende desde la
renuncia, el abandono del cargo, la enmienda, la asamblea constituyente, el
referéndum revocatorio, la invocación del 350 Constitucional; aderezado,
obviamente, con la presión internacional, la guerra financiera, mediática y
psicológica; y soportado, naturalmente, en la cada vez más inducida criminal
guerra económica, que, aún, sabihondos analistas se empeñan en negar.
Y lo hicieron con total desfachatez el mismo
día que el inefable presidente imperialista, Barak Obama, ratificara el inmoral
Decreto que cataloga a Venezuela como una amenaza para la seguridad de los
Estados Unidos. Decreto que, por supuesto, la antipatriótica Asamblea Nacional no
se atreve a denunciar.
Cada vez se torna más claro la
correspondencia existente entre el decreto de Obama, la intención golpista que
anima a la paraoposición venezolana y la ola de desestabilización que se ha
desatado en los países con gobiernos progresistas en América Latina; comenzando
con Argentina donde lograron, con el macrismo, asumir el control del gobierno y
desatar, en consecuencia, el desmantelamiento de las conquistas sociales
alcanzado por el pueblo sureño durante el período de los Kirchner; haciéndose
extensiva tal ola hacia Brasil, Bolivia y Ecuador, en donde pretenden
reinstaurar los regímenes neoliberales precedentes y truncar el ciclo de
avances democráticos y revolucionarios continentales iniciado con el ascenso de
Chávez al gobierno de Venezuela en diciembre de 1998.
Todo indica que Obama se ha planteado
el cambio de gobierno en estos países antes del término de su segundo mandato, por
ello se han arreciado las acciones desestabilizadoras en la región, tratando,
eso sí, de equilibrar la imagen imperialista con la apertura hacia la hermana
República de Cuba.
Mala consejera
Sostenemos que en la oposición se ha
aposentado una angustiante desesperación
pues a contrapelo de sus pronósticos,
sustentados, en la creencia, por un lado, en que con la votación obtenida en
las elecciones del pasado 6D y, por otro lado, en el clima generalizado de
malestar social que han logrado incentivar con la desmedida guerra económica;
se crearía el caldo de cultivo apropiado para que grandes porciones de la
población se volcaran a las calles a una protesta masiva en contra del gobierno
o pidiendo la renuncia de Maduro y así pasar a activar alguno de los
dispositivos contemplados en la ya mencionada hoja de ruta.
Pero, la realidad ha evidenciado la
inconsistencia de tales pronósticos, pues, quien ha demostrado contar con
capacidad de movilización popular ha sido el gobierno bolivariano y las fuerzas
políticas revolucionarias que lo respaldan; en cambio, las veces que la
paraoposición ha llamado a movilización estas han resultado en rotundos
fracasos, verbigracia, las escuálidas marchas que culminaron en una muy
discreta concentración en la calle Elice de Chacao, el reciente 12 de marzo, cuando
se suponía, según el gurú Freddy Guevara, arrancaría la jornada de treinta días
que culminaría en el desplazamiento de Maduro.
La desesperación, que es mala
consejera, cada día que pasa, crece en la paraoposición porque, por una parte,
hay indicios precisos de que los precios petroleros comienzan a recuperarse, lo
que implica mayores ingresos de divisas para el país y, por otro lado, los 14
motores económicos activados por el gobierno bolivariano ya están dando
muestras concretas de relanzamiento de la economía nacional; todo ello en
detrimento, naturalmente, de las aspiraciones paraopositoras.
Para creer
A dios coroto, a todas estas, resulta
que quien luce más coherente en el bando opositor es el flaco Capriles, quién
lo pudiese creer. Ha venido sosteniendo que la solución al problema político
del país, antes que acciones disparatadas como la de la Salida propiciada por
Leopoldo López, es la convocatoria del revocatorio y para tal efecto se ha
volcado a recorrer el país. Lástima que por esta ambición presidencialista se
empeña en evadir aún más sus responsabilidades como gobernador del abandonado
estado Miranda.
*miguelugas@gmail.com
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