*Miguel
Ugas
Quienes
adversan la revolución bolivariana tienen trazada la táctica del desgate como
fórmula para acceder al poder del país y, con ello, afincar sus garras,
nuevamente, sobre las riquezas
nacionales, pero, la realidad, esa terca realidad que se les hace esquiva, no
se aviene a congeniarse con la intencionalidad que los anima, pues, al
contrario de lo esperado, lo que logran, como resultado concreto, es el
fortalecimiento de quien pretenden disminuido: el gobierno bolivariano.
Es evidente
que, la élite imperialista estadounidense, el gobierno de Trump, , la CIA, el
Comando Sur, la mediática transnacional, el inefable Almagro, la derecha
internacional y sus ONGs, la burguesía apátrida y la oposición local, y los que
le sirven de comparsa, como la selecta jerarquía eclesiástica, en ese orden de
orquestación, están empeñados en dar al traste con el proceso político que se
viene desarrollando en el país.
Arremetida
Pero, también,
es ostensible que en estos últimos 4 años, los que lleva Nicolás Maduro
ejerciendo la Presidencia de la República, han arreciado esa arremetida en la
creencia de que con la partida física del Comandante Chávez, dada su
determinante significación en el proceso bolivariano, se produciría un
pronunciado debilitamiento del mismo, que haría inminente el desplazamiento del
gobierno.
Al gobierno de
Maduro, desde el primer momento, no le han dado cuartel. En lo político,
comenzaron por desconocerlo en el acto mismo en el que, en buena lid, ganó la
Presidencia (llamado de Capriles a “drenar la arrechera”-2013); a derrocarlo,
luego, con la proclamación de la Salida de Leopoldo López-2014; así como con el
intento de golpe de estado “operación Jericó” febrero-2015.
Insistieron
con el reto lanzado por Ramos Allup, desde la Asamblea Nacional, de salir de
Maduro en un lapsus de 6 meses-2016; luego con otro intento de golpe de estado,
organizado en torno a la figura del General Raúl Isaías Baduel, identificado
entre los conspiradores con el código de “el papa”, febrero-2017; el acoso
desde la OEA, con Almagro como articulador, amenazando con la aplicación de la
Carta Democrática Interamericana para dar pie a la “ayuda humanitaria” como
antesala de una intervención militar extranjera-2016-2017; rematando con el
sistemático hostigamiento con marchas hacia el centro de Caracas, con la
finalidad de plantarle cerco a Instituciones fundamentales del Poder Público,
aliñadas con escaramuzas terroristas dentro de la idea de proyectar la imagen
de un país en caos permanente.
Matriz
de estado fallido
Todo ello en
el marco de declaraciones destempladas de funcionarios del gobierno
estadounidense, siendo la guinda en la copa, la aberrante Orden Ejecutiva de
Obama de 2015, ratificada en 2016, declarando a Venezuela como “amenaza
extraordinaria e inusual a la seguridad
nacional y política exterior de Estados Unidos”. Acompañadas, claro
está, con declaraciones altisonantes de funcionarios de gobiernos y de voceros
de organizaciones internacionales, cipayos del imperialismo estadounidense,
concertados todos en el propósito de aislar y desprestigiar al gobierno
bolivariano, tratando de imponer la matriz de Estado fallido, calcando las
experiencias que ya han utilizado en
otros espacios, para perfilar un expediente con el cual poder justificar la
acción interventora.
Paralelamente,
en lo económico, han orquestado, hacia lo externo, un cerco financiero
destinado a limitar la posibilidad de financiamiento al que apelan
legítimamente todos los países del planeta para cumplir con sus compromisos
económicos; y, en lo interno, la instrumentación de una despiadada guerra
económica, con la que aspiran asfixiar al pueblo trabajador, perversa medida
que si bien les permitió obtener el triunfo electoral parlamentario de
diciembre-2015, ahora, aspiran les continúe sirviendo de soporte para apuntalar
el ambiente insurreccional en el que están empecinados.
FOTO: https://goo.gl/volZzf
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Agenda extremista
En fin,
estamos ante un cuadro sumamente complejo en el que el sector extremista de la
oposición le ha venido imponiendo su agenda al conjunto opositor,
desarrollando, en la práctica, el concepto de guerra no convencional, articulando
distintas formas de lucha, en la que se combinan acciones legales con no
legales o violentas y el uso sistemático de la mediática privada y de las redes
sociales para distorsionar la realidad y estimular el caos social.
Y cuál ha sido
el resultado de tan desmesurada campaña, pues, que, pese a todo, el proyecto
bolivariano que, efectivamente, fue afectado con la siembra temprana del
Comandante Chávez, se ha venido recuperando, dando respuesta a los problemas,
impulsando los motores económicos, elevando la producción, afinando la
distribución de alimentos a través de los CLAP, acentuando su presencia en el
seno del pueblo con las Misiones Sociales y consolidando un movimiento político
que el pasado 19 de abril se hizo presente en las avenidas de Caracas con todo
su vigor, evidenciando una gran capacidad de convocatoria que en mucho supera a
la de la oposición; que, temerosa ante el fortalecimiento del bolivarianismo,
evade la propuesta del diálogo, escurre el bulto a la elección de gobernadores
y persiste en el atajo insurreccional para facilitar el golpe de estado con
intervención extranjera.
FOTO: Unión cívico militar https://goo.gl/k8sr4v
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Chavismo
fortalecido
En nuestro
país, tenemos una oposición de clara definición apátrida, que por no saber administrar el circunstancial
triunfo electoral parlamentario, ni canalizar su práctica política en los
cánones constitucionales, se ve forzada a estimular la intervención de la “planta
insolente del extranjero” y esa táctica lejos de desgastar el proyecto político
chavista lo fortalece, acrecentando el ímpetu independentista, antiimperialista
y bolivariano del pueblo venezolano.
No hay otra, a los apátridas hay que
contenerlos con la unión cívico-militar, la movilización popular, abogando por
la paz social y blandiendo con absoluta firmeza la fundamental ley constitucional.
*miguelugas@gmail.com
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